miércoles, 21 de agosto de 2013

Una pirámide azul en Machu Picchu.

Capítulo XXXVI 
"...Alejandra, que aún no había tenido oportunidad de visionar las grabaciones, iba descubriendo, entusiasmada, detalles que en su momento pasaron desapercibidos. Revivió lo que sintió en cada uno de aquellos lugares, las conversaciones con Enrique, los rituales, los abrazos…, como si lo contemplase desde la distancia, en otra dimensión más lejana. Cuando la imagen de la montaña de Machu Picchu cubrió la pantalla, justo después de haber realizado el ritual, un rayo blanco salía de la montaña y parecía atravesar su persona. Paró la imagen sorprendida. Rebobinó. Lo contempló pensativa.
            —¡Ése debía ser el rayo que tanto temí!
            Cecilia no pudo evitar reír a carcajadas por la historia del rayo. Según le contó Alejandra, Enrique le comunicó, después de abandonar Arequipa, que ya estaba preparada para que un rayo cayera sobre ella, y pasó el resto del trayecto temiendo las tormentas. No entendió que el rayo no tenía por qué ser físico. Se manifestó en forma de luz que se proyectaba sobre su figura, creando a su alrededor un áurea blanca en forma de triángulo. Recordó las últimas palabras de Enrique al despedirse. No lo dudes. Has sido atravesada por un rayo. Eso significa que te han aceptado en el círculo sagrado de los chamanes, le había dicho. Intentó explicar a su hermana la importancia de aquel rayo y el significado de aquel viaje que la había transformado. 
Cecilia no daba crédito a lo que oía. Ella nunca se había planteado si existen otras vidas. En algunas ocasiones le había dado la impresión de haber vivido situaciones o haberlas visto ya en algún lugar, aunque siempre lo achaco a los sueños, que muchas veces arrinconamos en el olvido y nos muestran escenarios y acontecimientos extraños que perduran en algún punto de nuestra memoria. ¡Pero llegar a creer que su hermana había vivido en Perú hacía quinientos años, justamente en una montaña, que había ayudado a una tal Coya a sanar de melancolía, que había sido la amante de un sumo sacerdote, que había luchado contra espíritus malignos...! Tanta aventura junta, era mucho más de lo que ella pudiera imaginar, aunque le preocupó más la intención de su hermana de volver a Perú e instalase allí. Sus propósitos parecían muy claros.
            —Arreglaré todos mis asuntos en un par de meses. A lo sumo, en octubre creo que regresaré a quedarme para siempre al lado de Enrique.
            —Pero Alejandra, ¡por favor!, si en tus últimos correos me decías que estabas ya cansada de sus propuestas de matrimonio. Lee tú misma todo lo que me contabas. ¡Si estabas hasta los moños ya de tantas experiencias espirituales y echabas de menos los pequeños lujos a los que estás acostumbrada!

          —Me equivoqué. El tiempo me ha hecho ver las cosas de otra manera. Creo que le quiero. Es lo que deseo hacer de verdad y es lo que haré y tú siempre me has aconsejado dejarme llevar por mis creencias. ¿Ya no piensas así?"

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